Buenos Aires, Septiembre 2022
Exposición en ESPACIO LEZAMA ARTE Septiembre 2022 / Marzo 2023
Por Jorge C. Trainini
Andrés Bestard Maggio ejerce su técnica en la herencia de la roca madre sobre la que permanece el hombre, quien con esta epifanía desarrolló el mayor logro creativo, sensitivo y original: el arte. Andrés nos lleva a la impronta inicial al trasladarse al origen del hombre creativo. Se vuelve el apóstol del primer artista, el que estaba imbuido de un impulso inexplicado, pero profundo hasta las raíces, en su pregunta existencial. Entonces, refrenda la ceremonia naciente , cada vez que prepara los litos (piedra) para los cromos (color). Rememora el gesto de ese primer maestro desconocido, quien se sobrepone con esfuerzo a las superficies rugosas, anfractuosas, quebradas. Raspa las paredes para dejarlas lisas, sin irregularidades ni impurezas. La superposición de los trazos que sugiere el movimiento de las figuras hablaría con el tiempo de la dimensión real de sus gestos. El difuminado con arcilla y carbón llevaría con la sombra lograda a la perfección de su obra y a la inmortalidad anónima. La perspectiva que obtiene se adelantaría a los refinamientos renacentistas de los artistas de milenios posteriores. El artista crea sin límites, espontáneo, sincero. Las imágenes se adecuan al espacio natural, el real de las bestias. Ellas simulan desde la piedra ingresar al mundo original por las grietas y los ángulos agudos de las rocas. Los animales confrontan, huyen o yacen simplemente. Otros acechan. Dibuja con trazos firmes, sin vacilación. Con plena sabiduría en la contemplación minuciosa les concede a las bestias arrogancia en sus rostros. Avizora respeto y mesura ante ellas, otorgándoles vitalidad, fortaleza, movimiento, emotividad. Utiliza pigmentos rojos de óxido y pinturas negras. En los nichos y protuberancias de los muros halla los volúmenes corporales que necesitan las representaciones anatómicas que va delineando.
El arte que emplea es inherente a su instinto más primitivo, más fuerte que el de la estricta supervivencia. Nadie jamás sabrá quién es el autor de la inmensa obra emprendida. La breve existencia que posee está más inclinada a unir el talento con la necesidad espiritual de la creación que en obtener la inmortalidad de su nombre que es gutural y que nunca se escribió. La identidad al principio de los tiempos era olvido. Sólo el arte representado registraría al ignoto orfebre que deja con óxido las improntas palmares o el contorno de las manos en una señal a los ignotos hombres del futuro.
Andrés Bestard en su obra vuelve a invocar en cada uno de sus litocromos las preguntas espontáneas de ese artista tan inmenso como oculto, cuando en esa cueva con el arte rupestre más antiguo conocido de los Alpes franceses (cueva de Chauvet-Pont-d'Arc), hace 32000 años, avizoró ¿qué sentido tendría adjetivar a mi mundo pequeño y clandestino? Él no existe porque el pensamiento se agota en mi interior. Una lágrima petrificada en un ojo que no se derrama. Una sonrisa detenida en labios prietos. Mi sentimiento inmóvil en este lugar tiene la indulgencia del desapego. Desde aquí las figuras parecen extraños objetos en un mundo que no revela significados. Ellas suelen a la luz de las mañanas mostrar los ojos tristes que dibuja encontrarse con la realidad. Entonces se precipitan despejando la niebla del día para refugiarse de esa imaginación. Evadirse de lo intolerable inventado por el mismo hombre para cobijarse del miedo y del fracaso que implica aceptarse. Y añorar la otra realidad, la de sus sueños con el arte.
Hay en Andrés Bestard realidad consciente de la creación. La vigencia del trazo linda con la eternidad. Discípulo de aquel primer artista, enseña que con el arte el hombre ha pasado de la muerte de sus vidas a permanecer vivos en la muerte. La ceremonia del arte sigue entregando al ser las utopías para poder soportar su vigencia, exonerando las ilusiones metafísicas fracasadas. Desde sus obras sorprendentes Andrés Bestard diserta sobre el destino humano sin promesas, con la presencia más original que puede entregarle el testimonio real. Enseña que el arte emerge como acto poético, previo e intuitivo al desarrollo moral y ético del hombre, aún antes del mismo conocimiento.
Avizoro a ese primer artista mimetizado en su lejano apóstol en el futuro del tiempo. Entonces surge Andrés Bestard Maggio contemplando el valle desde el acantilado bordeado por la garganta del río que contornea a la cueva. Sobrelleva una mezcla de impulso e incertidumbre, una congoja esencial que lo acompañaría siempre. Y que intuía lo seguiría identificando en todo su peregrinaje terrenal. Es media mañana y aún el rocío de la noche humedece, aromado del pastizal, sus pies cubiertos de piel de bestia. La temperatura cálida del verano va derritiendo sin pausa la nieve en la naciente del río ubicada en las cadenas monts de penachos blancos. Más abajo, con el ímpetu de su caudal estival, se precipita en el valle contra el talud al estrecharse su paso por debajo de un puente de piedra elevado varios metros por arriba de la corriente. Ha horadado el risco por milenios con la paciencia empedernida de un artesano para poder franquearlo; hasta lograr que sus memorias se vayan en secreto al exilio que llevan las aguas. Bestias solas o en grupos se ven deambular por el desfiladero paralelo al río habitado de abedules, enebros y pinos. Desde el barranco una corriente de aire que emerge de las fisuras rocosas, más fría que el ambiente del exterior, le acaricia el rostro con la fuerza del recuerdo. Y de un designio. Detrás de piedras despeñadas y partidas; y matas encrespadas de espinas el artista contorsiona su cuerpo para penetrar en el risco por una discreta hendija hacia una amplia bóveda extendida por centenares de metros. La halla alta y profunda con sus paredes revestidas de rocas calcáreas. El suelo arcilloso, mantenido por las filtraciones del agua, se encuentra sembrado de huesos de bestias y de depresiones donde éstas suelen dormitar escapándole al acecho de los depredadores. Observa refulgir tornasoladas las superficies carbonatadas de los paredones enredadas entre las sombras. Las estalagmitas milenarias desprenden desde el piso luces blancas; del techo penden colgaduras calcificadas intensamente anaranjadas. Andrés se inclina sobre las piedras y sus trazas vuelven a la ceremonia del arte un acto de fe siempre único.
A través de miles de años, maestro y apóstol, se funden en un pensamiento complejo. El que perdura en el tiempo del arte. Deben elegir entre lo andrajoso de la existencia o lo sublime de su legado. Un presentimiento los detiene en el lugar y sus ojos se posan sosegados y clarividentes en las paredes rocosas. Sus manos parecen copiar el mandato de esa intuición. Esto no es azar reflexiona. Y con el carbón de piedra utilizado de herramienta ya han elegido. No se apartarán de la cueva hasta representar en sus muros lo que su vista abarca en el valle. Algunos de su tribu se acoplan a la idea con el fervor de una ceremonia sigilosa y oculta. Y el trabajo se vuelve intenso porque jamás podrían pensar en un mañana. La vida en estos tiempos se consume íntegra a su paso. Ella es una circunstancia fortuita al que sólo se le encuentra un significado mágico. No se lo explican pero intuyen que el gran mandato del misterio es el arte. La representación del mundo observado a través de los sentidos. Lograr la identidad con cada acto para testimoniar el paso terrenal.
Andrés, en esa recapitulación del arte, sigue entregando la herencia al mundo: la apología de un hecho único, irrepetible, emocional, profundo, sincero. La magia se traduce en el arte. Fue el mensaje que ellos, los artesanos, habían recibido antes de cualquier otro aprendizaje. El misterio era el mismo arte desde el principio de la creación. Ahora, en busca de un nuevo despertar, en ese derrotero indescifrable que tendría por siempre el hombre.
Andrés Bestard referencia al mundo a través del signo más primario. El trazo y la figura son manifestaciones de su conciencia. Expían la evidencia y el desgarro que se producen dentro de ella. Es la lluvia sobre la arena.
Emancipan al ser, el que siente que la angustia se atenúa. También es un antes y un después el acto del vuelo en la piedra al principio de la historia. Permite dejar atrás la herida preservada en la roca y es capaz de hacer regresar al hombre a la contienda del camino. El mensaje es haber descargado una confesión. No importa su derrotero, sí la liberación que ejerce sobre la congoja existencial. Por eso, su maestro terrenal (1), Ponciano Cárdenas Canedo (1927-2019), el gran artista defensor de la cultura latinoaméricana, solía referirse a Andrés como El Discípulo. Sí, con mayúsculas.
(1) “América no es color, es dolor”. Biografía de Ponciano Cárdenas Canedo. Trainini Jorge C, Monges Aréjola Mariela, Zamora Manuel. Editorial Biblos, Buenos Aires, 2019.
Buenos Aires, Septiembre de 2022
Exposición en ESPACIO LEZAMA ARTE Noviembre / Diciembre 2018
Fragmentos del escrito de Guillermo CUELLO / > Dentro de una fría y tormentosa noche en Punta Mogotes < / Mar del Plata / Argentina / 2018
Están frente a una Obra Sinfónica que prescinde del intelectualismo de moda y de aquel acomodaticio. Cierto es, que no necesitan estos esfuerzos y trabajos tributarios de la Pasión de toda una Vida, un “análisis técnico”, simplemente porque Resisten, se niegan a ser aprehendidos. Si la Libertad es la posibilidad de poder elegir atarse a lo que uno Ama, aquí tienen un cabal ejemplo.
Me es en cierto modo accesible sentir, leer y darle la mano a un ser de Gran Profundidad Espiritual, aunque nada de lo que sigue afortunadamente no lo explica. Niño de Ciudadela, fue cobijado más tarde, acunado, por La Boca, donde vive y trabaja, y para tener en cuenta al decir de un Sabio como lo es Mauricio Isaac Neuman en : “El Barrio más hermoso de Cultura Popular, el único con Mística propia y Tradición Artística Genial que tuvo, tiene y tendrá nuestra amada Buenos Aires”. Entre Tradición y Revuelta tomada la primera en la mejor acepción, o sea, en tanto continuidad de la Vida, para no estar lejos de Diomede, Lacámera, Victorica, Daneri y los mejores Quinquela, Andrés nos recuerda la estirpe de donde viene, a la cual pertenece.
Su estadía en el Chaco Paraguayo, simplemente lo ayudó a lograr ése sincretismo interior, esa suerte de Revolución Interior que todos debiéramos atravesar alguna vez en nuestras vidas, para centrarnos y “no perder nuestro Ser y Sur”. Algo similar aportan sus estudios en Cerro Colorado en Córdoba, que lo acercaron a las texturas y pictogramas de lo que rupestre es como Pintura. Maestro de las transparencias secas color-a-color, conocedor de todas las técnicas de nuestro oficio, desde las tradicionales a las más innovadoras, encuentra la propia, la que él necesita, la adecuada en materiales no convencionales, sin jamás caer en la decoración y menos en la artesanía. Sus ojos, su mano y diestro pincel, elevan ésas materias a categoría de Lenguaje Mayor del Hombre. Capa tras capa con acumulación de materiales de altas saturaciones, (todas buscadas concienzudamente), llevan al espectador a un continuum afortunadamente irreproducible por ningún medio, ni siquiera por la exacta falsedad de lo real virtual del código binario.
Cuando con tiempo, se observan detenidamente sus obras – que se mofan hasta de la mirada inatenta – se nos revela la Luz Interior de Bestard, única, luchada, sí, pero ganada al fin y ello es porque ganó La Guerra. Es que los barcos Ligures y los bergantines de la Vuelta de Rocha, se toparon con el acorazado de Andrés, potente y eficaz guerrero que se peleó todas las batallas, perdió algunas, pero ganó la peor de las guerras, la más cruel y es aquella de los que levantan las banderas de la soberbia del ignorante.
Y cuando nos presenta sus Esculturas y Objetos, nos abandona ante un aparente azar (algo que en Arte es tan inexistente como la inspiración), y aparecen intuitivamente todas las asimetrías expresivas, los tiempos disímiles de los volúmenes y planos en el espacio, respeta la plomada y evade la reiteración de las configuraciones, las soluciones plásticas amaneradas, y despliega un vasto abanico de las estructuras del material (a menos que se les dé a Uds. confundir Forma con Estructura). Aquí tampoco hay queja. Hay un “Dasein” feliz. Bestard Maggio festeja la Vida y el goce por el Arte. Nos obsequia una singular Visión del Mundo, que no tiende a dominar la contingencia, sino que se centra y concentra en lo Atemporal y Trascendente, que es lo Universal (no como mero producto local de Occidente, o lo ´glocal´ de años pasados ya, e impide que caigamos en la trampa del Mundo Potencialmente Transcultural y Globalizado, que en el fondo es un dominante “One Way” & “Dead End”), sino porque su Poética acorazada pertenece a la Humanidad, y está allí para que sea disfrutada.
Buenos Aires, Febrero de 2017
Exposición en Facultad de Derecho UBA Febrero / Marzo 2017
Por Dra. Graciela C. Sarti
Los conceptos y las historias fluyen en el cálido ámbito del taller boquense; conceptos que se vuelven rigurosos para definir lo indefinible, historias que no son anécdotas, sino recorridos por el arte argentino, sus maestros y principios. Escuchar la materia, dice Andrés Bestard entre tantas otras cosas, mientras a nuestro alrededor se agolpan cantidad de litocromos imponentes: severos, pesantes relieves de resonancias ancestrales, leves de vibración de color. Hay allí la referencia a lo arcaico y el cruce explícito con la modernidad. La técnica que da volumen al plano -empaste de cemento directo, enduido de mármol y aditivo plástico, también en algún caso assemblage de maderas con historia centenaria y alambres cosidos-, se interseca con el recupero de una suerte de impresionismo abstracto.
Esta amalgama responde a intenciones precisas y recorridos personales que llevan a superar posturas anteriores. El proceso ya no es de región, sino interno, dispara el artista. Y ese proceso se vincula con el impacto de un viaje a Mallorca, viaje que impulsa el cruce entre la severidad del lenguaje de la forma y la vibración cromática. Se trata de una búsqueda que se da como predisposición natural en el Mediterráneo, absorbe los impulsos simbolistas de las vanguardias imbuidas de teosofía y encuentra en América territorio propicio en la enseñanza de los maestros que arman las escuelas de arte, en los simbolismos de la masonería, en las logias obreras del barrio de La Boca. Le interesan, también, los paralelismos naturales entre sus propias producciones de los años ´80 y las obras del informalismo español. Es que estos litocromos tienen a sus espaldas las Pictografías y los Rupestres de aquella época, los Petroglifos desde los ´90, los Arquetipos de inicios de los 2000. Pero también, veinte años atrás Andrés Bestard ha pintado su aldea en las series Conurbano, Puerto Madero. Hoy quiere hablar el lenguaje universal de la forma y el símbolo, en plena conciencia de que una y otro son constitutivos de una tradición que nos incluye y en la que tenemos mucho por decir. De allí su entusiasmo por un espacio donde la envoltura clásica de la arquitectura recibirá el zócalo, el basamento de estos relieves arcaicos, primordiales.
Buenos Aires, Marzo de 1996
Por el DR. ALBERTO REX GONZÁLEZ
Las raíces de la creación artística abrevan en dos fuentes. Por un lado en la capacidad creativa del artista, de fondo insondable en las complejidades del inconsciente. Por otro en el medio cultural que le dio su savia y su materia. Tras del remoto pintor de Lascaux hay un efervescente mundo de horizonte cargado de bisontes, mamuts y caballos salvajes y la primigenia desesperación creadora de un artista. Tras los frescos de la Capilla Sixtina hay una visión renovadora de una vieja cosmovisión cristiana otra vez iluminada por la chispa del genio imperecedero.
La creación descompone sus causas múltiples entre la herencia cultural o lo que su herencia cultural va transformando a lo largo de la vida y lo que el artista puede extraer de sí mismo en sus diversos momentos de inspiración creativa. Siempre hay una herencia que brinda técnicas e ideas y una creación producto de un único momento creador también de una obra única e irrepetible.
En Andrés Bestard estos mundos se revelan en dos momentos diferentes de su universo creativo, son dos mundos distintos pero convergentes en la capacidad de su mensaje. Corresponden a dos momentos anímicos y a dos cronológicos. Su contenido y su expresión es igualmente diferente aunque hermanadas en un mismo espíritu y con un plano de valores semejantes.
En una primera etapa, el inefable mundo de lo mágico- maravilloso del arte precolombino lo atrae con fuerza arrebatadora , las figuras estilizadas o simbólicas del Cerro Colorado (Córdoba) lo atrapan con fuerza irresistible: son los guerreros emplumados con su síntesis de ornato que reemplazan la individualidad de su rostro. Allí el emblema es el dueño de la figura y como tal se eliminan todos los otros rasgos del sujeto. Son las líneas simplificadas y repetidas sin identidad de los sujetos de una danza colectiva. Son las figuras simbólicas del jaguar en todas sus formas, representando a las deidades de la cultura de la Aguada. Quizás la deidad creadora de la vida en la transformación de nacimiento culminación y muerte de su diaria trayectoria . A Bestard lo subyuga la imagen con toda potencia y como tal la reproduce en figuras reconocibles. Pero al lado del vigor de un mundo del que solo quedó el recuerdo y dentro en la misma línea figurativa, perdura el drama de los que fueran ayer los dueños del arte y de la tierra y hoy son los parias del mundo vencido, sojuzgado, destruido. Es la realidad actual de lo que queda de un mundo pasado. Esa realidad se conjuga luego con otra, con el mundo del invasor emigrante, reemplazante anónimo de los que fueron los señores autóctonos. Llegan a su hábitat, lo colman con líneas ondulantes. Desde horizontes infinitos vienen con su carga de esperanzas e ilusiones y se enfrentan, a menudo a la desesperanzada pobreza. Son multitudes abigarradas de sujetos innúmeros. Están diseñados con el trazo sencillo de algunas de las figuras de las primeras imágenes, trazados en colores severos, obscuros, uniformes que ahonda el drama del diario vivir en la lucha desmesurada y el hacinamiento inevitable. Es ese pozo de miseria el que comparten con los desposeídos de antes. Es el común denominador de un mundo implacable con el marginado a desmedro del color de la piel o de cosmovisiones diferentes. Aún dentro de esta segunda etapa Bestard incluye en la muestra algunas expresiones de su primer momento. La dualidad americana y universal de Vida-Muerte; Noche y Día, lleva la impronta indeleble de su primera aproximación. Del centro de la gran matriz universal brota la vida ubérrima de todas las épocas y todas las culturas, con sus signos cósmicos, geométricos, precisos, con símbolos de vida y muerte en forma de guerreros implacables ante la consumación del sacrificio y el renovarse de la vida como quiere la dualidad de la cosmovisión andina y universal. Los signos de la tierra y el aire el cóndor y la serpiente, el perpetuo devenir en un interminable acto de creación y de autodestrucción.
Por Yvette from Santa Cruz, CA US
Sep 8, 2014
My goodness, such details and vivid colors that invoke and demand an emotional response. The symbolism is life itself at the core, the cosmos, universe, stars, sun and moon, the animal kingdom and man's role in creating and destroying all of it. The reclamation made by the life of Earth, the vengence upon man's sins, the ultimate balancing of Nature. The contrast between suffering, death and rebirth, life in an infinite cycle, the circle of life never ending. Life always finds a way. I saw the protractor in upper left and thought it might be a 'nod' to dA but see it as a mathematical symbol to our science and technology in this constantly growing, advancing world we're creating. I love this....
Por Yvette from Santa Cruz, CA US
Sep 15, 2014
I apologize if I am verbose when I make commentary on your stunning artwork but I think you've seen enough of my comments to recognize my style. It is not to critique but to revere the brilliance of it's affect upon me. The artists that I find in dA (deviantART) and other such internet websites tend to get this sort of reaction from people like myself. This polychromatic relief sculpture is so striking in the main contrasting colors above and below. The spikes at his forehead and above his head are brilliant gold and resemble a crown, headdress of a powerful king/chieftain/effigy of deity. The gold representing a higher source or standing amongst others. The blue representing the steadfastness of earthly connections, of the "pale blue dot" that Carl Sagan referred Earth to be. In some beliefs, blue is a highly spiritual color, gold is for a regal bearing. What I like best is his face. The depth and curvature of his face is strong, ancient wisdom in his eyes, and he has the facial structure of native indigenous peoples from South America. Inti translates into the word for an old Peruvian money. Peru... makes perfect sense. ... I like this very much!
Yvette from Santa Cruz, CA US
Sep 18, 2014
Two worlds. One above that grows and is nurturing in the bright illumination of enlightenment. One below that perhaps grows in the luminescent glow of darkness or moonlight versus sunlight. There are a few interpretations of mythos that can be concluded from this image. It seems very yin yang in symbology. Dark and light, separate but together, one needing the other for survival.
Buenos Aires, Enero de 1995
UN ARTE AMERICANO
Por CARLOS M. LÓPEZ RAMOS
Buenos Aires, Mayo de 1994
VOLVER A LO FUNDAMENTAL
MARTHA SUSANA FRANCONI
ANDRÉS BESTARD traza una pintura que busca síntesis: Incorporar el símbolo a la realidad. Volver a lo fundamental y fundamentar desde la plástica la realidad antropológica, el ser humano.
Es volver -con criterio cósmico- al origen, a
las fuentes. La búsqueda de esencias donde la necesidad de arraigo-desde la inmigración
y con la realidad americana- es valor fundante de la obra de este joven y talentoso
plástico argentino. Léanse pincel que busca plasmar el encuentro entre los barcos y la pampa.
Es evidente que ANDRÉS BESTARD -artista clásico
aunque moderno en la concepción- siempre en la búsqueda de lo que somos y en la
persecución del oculto equilibrio de las cosas, evidentemente sospecha que no toda
presencia es iluminada por la luz.
Y es por esto que, todos los que una vez más
venimos -hoy y aquí- a prolongar sus obras, lo llamamos ARTISTA en la más transgresora y
provocativa acepción. ARTISTA, es decir, el que no termina de ver.
Al particular y esencial punto de vista plástico
de ANDRÉS, siempre nuestros deseos de incesante crecimiento.
Buenos Aires, Marzo de 1992
Entra en una nueva etapa de su desarrollo artístico a partir de su monografía sobre el relevamiento de las pictografías descubiertas por Leopoldo Lugones en Cerro Colorado (Córdoba , Argentina) y estudiadas entre otros por Gardner, Pedersen y Rex González. Cautivado por el simbolismo y la síntesis - rayana en la abstracción -de los anónimos artistas precolombinos, penetra la aparente ingenuidad de este arte primario, aprehende así la mente primitiva, traduciendola a veces, reiterpretándola otras, mediante recursos técnicos modernos, pero sin perder jamás la prístina frescura de la visión aborigen.
Buenos Aires, Noviembre 2001